APERTURA DE BARES: EL FALSO DILEMA DE UNA GRIETA INCONDUCENTE

Posteado el 07/09/2020

Nuestra sociedad ávida de tribunear y dar cátedra encendida por la grieta salió al cruce de las aglomeraciones de comensales, especialmente en algunas cervecerías que oficiaron de ámbito de juntada de amig@s que aprovecharon la flexibilización para ponerse al día en las veredas de algunos barrios porteños.

Sólo en Capital Federal ya cerraron 1300 cafés, confiterias y restaurantes. Claro está que no es por falta de coraje, empuje o patriotismo. Desde el 20 de marzo los alquileres, impuestos, proveedores y servicios siguieron corriendo a velocidad luz mientras la recaudación gozaba del punto muerto (por lo menos hasta la apertura del delivery que les dejaba ingresar un 15%). Más allá de los ATP otorgados por el gobierno que llegaron a muchos cubriendo el 50% de los salarios de sus empleados, la actividad estaba herida de muerte.

Ahora bien, ¿Puede haber un punto medio entre estigmatizar una actividad que genera 150.000 empleos en la ciudad o hacerla la excusa de un contagio masivo?. Creo que si. Los bares y restó abren en sus espacios abiertos y las mesas pueden ser compartidas SOLO por personas que convivan, no amigos que no se ven hace tiempo o familiares que uno desea ver. Para ese tipo de encuentros según epidemiologos sería más efectivo una juntada en una plaza con distancia de 2 metros entre cada participante y tapaboca. 

¿Qué pasa con aquellos que no conviven y se juntan en la vereda de un café? En el momento de ingerir el pedido, los mismos se quitan el tapabocas y además la distancia es menor a 2 metros dado que la mesa más extensa llega a un metro de diámetro en los bares porteños.

Es curioso porque a la luz de estas imágenes y con el número creciente de casos en el ámbito nacional suele producirse un doble estándar sesgado: Los que se rasgaban las vestiduras por la primera apertura bancaria que determinó la aglomeración de adultos mayores buscando su jubilación guardaron sepulcral silencio ante la andanada de runners de la primera salida corriendo a la par y muy juntos o los parroquianos que volvían en tropel a los bares y restaurantes. Por otro lado, salieron aquellos que pretenden culpabilizar, después de casi 6 meses de aislamiento en la mayoría que se cuidó, por una salida oxigenadora de 5 minutos para tomarse un café considerándolos la matriz del contagio comunitario. Ni una cosa, ni la otra.

Si NO salimos con "cuidados", somos responsables de una catástrofe que puede ocurrir todavía en el país y que vivieron países europeos mejor parados económicamente y en sus sistemas de salud. Y por otro lado, si hay condenas magistrales por asomar la cabeza a la vereda después de 6 meses a la calle, nuestra neurosis y fobias saltarán por el aire sin lógica ni sentido generando más tensiones en el clima social.

A la vez, la actividad gastronómica en la Ciudad y GBA se hunde sin solución de continuidad y el gobierno de Larreta le dió despues de 4 meses de asfixia 2 cuotas de ABL condonadas y ante la presión del sector la Legislatura votó posteriormente (hace 1 semana) la eximición de Ingresos Brutos a 10 mil locales.

Buscar culpables para aliviarnos la carga no hará que la Pandemia pase a ritmo más veloz por nuestro país. Sólo generará trincheras de zonzos buscando sentirse víctimas de un conciudadano sacándose responsabilidad de encima como quien sacude la caspa... Ningún habitante del mundo estaba preparado para esta crisis sanitaria, con un enemigo invisible que además del temor médico, sembró distancias, cerró fronteras, empujó a muchos a mirar al vecino con la desconfianza de un posible peligro. Se borraron los abrazos y los besos, las mesas familiares se diezmaron, los bebés nacieron sin abrazos populosos y quienes murieron lo hicieron en la más cruel soledad...

¿Es momento de comprendernos y buscar soluciones lógicas dentro de este fenómeno dinámico o armar trincheras de cartón creyéndonos protegidos de la nada? Es una pregunta... Busquemos las respuestas...